(Escrito en el
Chiringuito Elektra el 6-7-2014).
Aquellos nervios ya
habituales desde el cambio de trabajo. Demasiado agobio. Viajes, reuniones,
hipoteca, el nene inesperado, las tetas de Julia, las tensiones de final de mes.
Aquellas cosquillas
i pinchazos en el estómago, ya al levantarme. La aceleración de las pulsaciones
con la primera calada. Qué bien sienta un cigarrito de buena mañana. El tabaco
es como un amigo que no te abandona. . .
Un poco de mareo
con el primer cigarrito. Aunque no siempre.
Y esta semana
tocaba Varsovia, Praga y Kiev.
Con el tiempo ya me
empezaban a incomodar aquellas salidas aceleradas, milimetradas, objetivizadas,
reportadas y paseadas en clase turista, desde el segundo año de Crisis.
Iba a compensarlo
al final del viaje. Me había guardado 2,6 horas en Kiev. Quedaria con A.Sukova.
Era la ventaja de este tipo de trabajo. Permitía un alto grado de discreción.
Oí hablar de un E.R.E.,
pero a la gente como yo no le afectaban esas cosas. Y supongo que seguiría así,
verdad? Cosas de los comerciales. . . Aunque despidieron a Alfonso. Quin lo iba
a decir. Entró a la empresa cuando Yo.
Yo tenía 42
fantásticos añitos. Mi vida parecía encarrilada. A nivel laboral-económico, la
situación en Europa podría estar mejor. Mi jefe, me había endosado unos
objetivos para este año, que sólo servirían para la foto, para nada más. Y venga presión!!
Después del
encontronazo con Julia por el tema de las tetas y el dinero, nuestra relación
había cambiado, y ahora, estar en casa no era el relax deseado. No sé si mis
ausencias laborales o las tensiones dinerarias iban dejando mella. Confiaba en
que no fuera otra cosa peor.
La hipoteca me
estaba costando 2.000 € cada mes. Eso sí, era la envidia de las amigas de
Julia. Todo muy moderno, piscina, cocina de diseño y muchísimos detalles que
nunca utilizaríamos, pero sí que íbamos a enseñar.
Vacaciones por todo
lo alto. Pagando al contado ó a crédito.
Las amigas de
Julia, con un par de agradecidas excepciones, me caían francamente mal.
Seguramente habían sido las pijas, o populares, como ahora se las llama, de
clase.
Pero fue Julia, con
esos ojos de pantera, brillantes. Aquella melena voluminosa y rizada. Aquella
alegría vital, que me derrotó sin opción. Qué nivel . . . Ella sí que ha vivido
como planificó.
Yo aún estaba
pensando qué hacer con mi vida. Hijos, sí.
Trabajar, sí. Pero yo me refería a si estaba pasando por esta vida para
alguna cosa más, o si simplemente podría aprovechar esta oportunidad para algo
que me satisficiera y valiera la pena.
Después de una
juventud fácil, vivida sin contemplaciones y sin privaciones de ningún tipo.
Mis padres no me privaron de nada. Las privaciones eran ficción.
Mi padre era un
ingeniero con un cargo de alto nivel en una multinacional alemana, y mi madre
era abogada. Y buena. No me pudieron dedicar demasiado tiempo y “nani” me hizo
más de madre que la verdadera.
Buenas escuelas.
Estadas en EEUU y Canadá.
Experimenté con
todo lo que se me pasaba por delante o me apeteciera. Primero unos porritos,
después, alguna pastillita. Condimentado con las amigas predispuestas. Buen
coktail. Buenas juergas, buenas fiestas tropicales. Qué recuerdos. . . O mejor
decir, vaya olvidos . . . A partir de cierta hora costaba concentrarse . . .
La coca, las
empalmadas, Ibiza mon amour, los baños por la noche en Sitges con el grupo de
Mamen (una “ex” que recuerdo como una serie en capítulos. No sé que hacía, pero
no perdía el hilo). Fue la época más perversa y desenfrenada.
Alguna costumbre
aún la conservo. La energía que no falte. . .
Y ahora, quien lo
iba a decir, casado, con hijos, trabajando. . .
Y esas cosquillas.
. . Sólo marchaban después de un buen wiskito o un buena “toma”, como Dios
manda.
En cambio, los
médicos me habían aconsejado dejar de fumar, de beber y tomarme la vida de otra
manera. Especialmente después del ataque de ansiedad y la arritmia consecuente.
Pero en dos días,
en forma. I vuelta a la normalidad, que no ha sido nada . . .
Me estaba
despertando de una pesadilla. No reconocía donde estaba. Cosas que pasan cuando
viajas tanto. Me debía haber dormido en algún aeropuerto. Me estaba viendo en
el suelo, en un pasillo, gente a mí alrededor mirando. Alguien gritaba pidiendo
un médico, en un idioma desconocido pero que entendía perfectamente. Y yo me
veía como si estuviera mirándome a mí mismo.
Estaba
flipando? Esas drogas . . Vaya vida.
Debería enderezar mi vida y cambiar de hábitos. Esto me estaba sobrepasando.
Vaya dolor en el
pecho . . .
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