Gracias a tí, dulce doncella de la nuve de flores de cristal de seis
colores y de los unicornios fluorescentes corriendo hacia atrás para no clavar
inoportunamente su rígido apéndice en las partes del príncipe que está de
espaldas intentando cazar un ave fénix con el arco de Cupido y convertir el
cuento en una fiesta de rosa y purpurina.
Los elfos enanos con plataformas de drack-queen bailan lambada cruzando
los pies acompasadamente alrededor de Bambi que mira con sorpresa como caen las
hojas de otoño de las hadas minúsculas y vuelan apresuradamente con sus vivaces
giros y ondulaciones dejando a su paso una cola de luz y estrellas cegadoras.
Las plantas, asustadas, temen por la inevitable reposición de hojas para
las pequeñas brujillas voladoras.
La flecha cupida inicia el vuelo hacia el cielo del fenix que sobrevuela
el hombre de leggins blancos y sangre azul. Al emplumado resarcido no le apetece
morir tan pronto i esquiva el envenenado dardo del amor y ataca al contenido
del leggin blanco mientras huyen los elfos con plataformados y las hadas
multicolor y en reposición de hoja. Queda sólo el blanco botín que es engullido
y triturado mientras las piruetas del ave le impiden estar atenta a la flecha traidora
que se clava en su espalda plumada en su retorno del cielo.
El ave ya principesca, pues con sangre real, se reduce a ceniza en
espera de la luz de la luna de invierno para reflejarse en el estanque de
Excalibur y recobrar su forma abandonado su muerte.
Los Trolls no han perdido detalle detrás de las matas mientras comen palomitas.
JP
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