El
perro está tumbado en la sombra de la terraza, levantando la cabeza cuando
pasan los turistas por delante.
Se
inmuta poco. No sé si está triste o relajado. Su mirada es noble y tranquila.
Parece que agradece la compañía.
De
vez en cuando se levanta calmadamente y se acerca para mirar la playa, fijamente,
hasta que decide volverse a tumbar, ahora en el sol.
Su
pelo negro se calienta hasta que decide cambiar de lugar.
El
apartamento está tranquilo, las nenas están en la playa con algún amigo.
Veo
que una está jugando a palas con Giorgio. Mi mujer le echa una foto mientras la
otra toma el sol. Están a gusto.
Prontito
nos vamos a pasear los perros y después a comer.
Y
siesta.
JP
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